Dieciocho añitos. Esa era mi edad cuando una amiga mía, a la que llamaremos M por preservar su identidad, vino a mi casa con un nuevo anime que me iba a encantar, No me dijo nada, solo se sentó en mi escritorio y me puso Junjou Romantica. Si no lo conoces, este es un manga/anime yaoi que narra la historia de amor entre un hombre y un chico.
O sea, imagínate a una cría que no salía ni a la puerta de su casa viendo esta escena y subiéndole el calor por la cara:
Aún me pongo nerviosa al verlo jajaja.
Me quedé enganchadísima.
Caí de lleno en este mundo. No sé si fue la sensación de «estar viendo algo prohibido» que transmite la cultura japonesa, de que enamorarse de una persona del mismo sexo que tú está mal. Lo cierto es que no pude parar. De repente, estaba buscando más animes y mangas del mismo estilo: Sekaiichi Hatsukoi, Love Stage!!, Elenkel Delusion... Empecé a devorar series como si no hubiera un mañana, cada una más adictiva que la anterior.
Recuerdo esos primeros meses como un torbellino de emociones. Cada nueva historia era un descubrimiento, y me sentía como una pirata encontrando tesoros en una isla que antes no había nada, en forma de páginas de manga y capítulos de anime. Era algo que no veías en la tele ni encontrabas en la biblioteca; un rincón donde las reglas eran diferentes y las historias mucho más atrevidas. Había algo especial en esas tramas: no eran solo relaciones románticas, sino una mezcla de emociones, inseguridades y momentos que se sentían auténticos y reales.
Este gif representa muy bien mi etapa por esa época:
En serio, estas historias rompían con todo lo que había visto hasta entonces. Ya sabes: chico conoce a chica, chica es imbécil y chico se enamora de ella igualmente. En estos mangas es Chico 1 se enamora de Chico 2, C1 no sabe qué hacer porque C2 es su superamigo del alma y vamos ¡es que es un chico! ¿Cómo va a ser verdad que esta sensación que me estruja el corazón es amor?
Y, aunque el contenido explícito también tenía lo suyo (aún me da la risa floja pensando en algunas de las escenas que vi y han pasado más de diez años desde entonces), lo que realmente me atrapaba era cómo estas historias se atrevían a mostrar un tipo de amor diferente. Había dudas, malentendidos, primeros acercamientos llenos de nerviosismo y, lo mejor, muchas emociones intensas. Eran personajes con sus luces y sombras, y cada historia iba mucho más allá a nivel emocional, personal e incluso moral.
Luego descubrí que no estaba sola en este mundo. Había una comunidad entera de chicas como yo (y también muchos chicos). Nosotras éramos las fujoshis que se emocionaban con cada nueva serie, que compartían teorías y recomendaciones en foros y redes sociales. Era como formar parte de un club secreto donde podías fangirlear sin tapujos, sentirte comprendida y conectar con otras personas a las que también les apasionaba este tipo de historias.
Imágenes reales de mi persona tratando de convencer a un grupo de fujoshis el mundo que Tweek y Craig son novios para siempre jamás:
(Y lo defenderé para siempre jamás).
Entonces llegaron los fics.
Eso fue como descubriera una segunda isla, llena de tesoros incluso más impresionantes que la primera. Porque en esta, podía la que cambiaba las tramas, la que añadía personajes, imprevistos y malos entendidos, era yo.
Así que no solo había historias BL maravillosas, sino que también podía crear mis propias historias alternativas con los personajes que tanto me habían marcado O sea, que si a mí me gustaba Jean con Armin de Shingeki no Kyojin, podía crear una historia alrededor de ellos. Que si Asahi y Noya debían estar juntos sí o sí, yo podía hacerlo realidad.
MIS NIÑOS AAAAAAAaaaaaaaªªªªª
Y, flipé al ver que a la gente le gustaba de verdad.
Me encantaba esa sensación. Tanto de pertenecer a algo único, de haber descubierto un rincón del mundo que no era para todo el mundo, y ver que había gente le gustaban mis teorías, mis tonterías, mis historias. Había una especie de camaradería en ser fujoshi, en compartir esa pasión por unas historias que rompían las normas establecidas y que te hacían sentir parte de algo especial.
(Nagisa y Karma deberían haber terminado en only-one-bed).
Claro, no todo era perfecto. Con el tiempo, empecé a darme cuenta de que el yaoi tenía sus clichés y sus dinámicas que no siempre eran las más sanas, por decir algo suave. Algunas tramas tenían sus momentos problemáticos, pero también aprendí a disfrutar de los personajes y las historias por lo que eran: ficción, con sus aciertos y sus defectos. Es parte de lo bonito de ser fan; puedes aceptar lo bueno y lo malo, y seguir emocionándote con cada nueva aventura.
Para mí, ser fujoshi fue una etapa tan válida como cualquier otra, y no la cambiaría por nada. Me enseñó a no tener miedo de explorar lo que me gusta, aunque no sea lo que otros esperan. Y aunque ahora mis gustos han cambiado y he ampliado mis lecturas, siempre llevaré conmigo esa parte rebelde y curiosa que me hizo disfrutar del yaoi sin complejos.
(Y me hace seguir emocionándome con estas escenas).
Mirando atrás, me doy cuenta de que fue mucho más que un simple hobby. Fue una manera de descubrirme, de desafiar lo que conocía y de encontrar una comunidad que me aceptaba tal como era. Porque al final, ser fujoshi era eso: encontrar un espacio donde podíamos ser nosotras mismas, sin filtros, disfrutando de las historias que más nos tocaban el corazón.
Si alguna vez te has sentido atraída por algo que no encaja del todo con lo «normal», te animo a que lo explores sin miedo. Porque, como aprendí en mi etapa de fujoshi, a veces lo que más te define es aquello que otros no comprenden. Y esas son las experiencias que, al final, nos hacen crecer.
Yo llegué un poco tarde al fenómeno fanfic, me temo, solo me dio para leer Marauder Crack (una maravilla jaja) y para que me encantara Fangirl de Rainbow Rowell, a pesar de que el tropo de friki de los fanfics esté bastante mal representado. Pero envidio mucho a las que lo vivisteis con esa intensidad cuando yo aún solo leía señoros y a Laura Gallego 🤣
Junjou Romantica ha sido el evento canónico de muchas 🤣
El cap del Yaoi de South Park es lo puto mejor que ha parido esa serie.